Capuz cerrado de camino con su capilla, de cierta tela que escupe de sí el agua que le cae encima sin calar adentro. Y deste género de capa o cobertura usan mucho los moros. Y dice Urrea que es capa de agua africana, llamada burnusun, nombre bárbaro de los zenetas, gente belicosa que vive en las montañas de África y acostumbran la lanza y la adarga. Y presume que destos zenetas vino el nombre cinetes y jinetes. Estos traen los albornoces por andar siempre en la campaña. La casa de Albornoz en Castilla es muy ilustre; véase al padre Mariana en la historia general de España que escribió, libro 6, capítulo 5, y el compendio de la historia de don Gil Carrillo de Albornoz, Arzobispo de Toledo. El papa Clemente VI crió cardenal al Arzobispo de Toledo don Gil de Albornoz, el año de mil y trescientos y cincuenta. Y, porque pareció incompatible el capelo con la iglesia, renunció el arzobispado y fue puesto en su lugar don Gonzalo IV, deudo suyo. Murió en Viterbo año de 1367, en 24 de agosto. Alcanzó tres papas: al sobredicho Clemente VI, a Inocencio VI y a Urbano V. Hizo guerra en Italia, a los que tenían usurpadas muchas ciudades y tierras de la Sede Apostólica, y recobrolas. Este fue fundador del Colegio de Bolonia, tan insigne. Y, pasando por la dicha ciudad de Bolonia, don Diego de Añaya, Obispo de Cuenca, y después Arzobispo de Sevilla, el cual se halló en el Concilio Constanciense, visitando aquel Colegio, y movido con su ejemplo, edificó en Salamanca el colegio que llaman de San Bartolomé, cerca de los años de mil y cuatrocientos y veinte. Y dende en adelante, se fueron edificando todos los demás. Alvar García de Albornoz, caballero de Cuenca, fue con embajada del rey don Pedro, y de su madre, al duque de Borbón, pidiéndole una de sus siete hijas, para casarla con el rey. Y, dándole a escoger, aceptó a doña Blanca. Este mesmo caballero, que era hermano del dicho cardenal Gil de Albornoz, criaba en Cuenca al infante don Sancho, hermano del rey don Pedro. Y, habiendo venido el rey sobre la ciudad, le cerraron las puertas y no se atrevió a usar la violencia con los ciudadanos, por estar entre sí tan conformes y ser la ciudad tan fuerte. Y, con esta resistencia, pudo el dicho Alvar García de Albornoz escapar al niño de las manos de su hermano y ponerle en Aragón.