ajo

• Latín allium, quasi halitum, ab halitu, quem fragrantissimum haec herba spirat, Juan Luis de la Cerda in Bucolica Virgilii, égloga 2. Es tan conocido que no hay que describirle. Socorro grande de la gente trabajadora y que anda al campo, pues les da calor y fuerza, y despide el cansancio, y es la triaca ordinaria suya, como lo refiere Galeno, libro 12, capítulo 7, de método. Tiene fuerza para contra los venenos, mordeduras y llagas, tiña y sarna, como lo refiere Dioscórides, libro 2, capítulo 141. Es la perdiz y el capón de los segadores, y todo su regalo, de que se acordó Virgilio en sus Bucólicas:

  Thestylis et rapido fessis messoribus aestu. Alia serpillumque herbas contundit olentes.

  No es comida para gente cortesana, y así Horacio hace una invectiva contra el ajo, lib. epodon ad Mæcenatem allium detestans:

  Parentis olim siquis inpia manu senile guttur fregerit, edit cicutis alium nocentius. o dura messorum ilia, &c.

  Los que criaban antiguamente gallos para pelear con otros, les daban a comer ajos, porque este pasto les hace animosos y corajudos.

  El leopardo aborrece el olor del ajo en tanta manera, que si con él estriegan el lugar donde tiene su manida, le desampara sin volver más a él.

  El aceite en que se ha deshecho el ajo, si untan con el de las vides, no engendran piojuelo, y el solo ajo refregado al tronco de cualquier árbol le preserva de la oruga.

  Tieso como un ajo, por el que anda fuerte y con salud, ab effectu, porque los que comen el ajo han de ser recios de complexión, y él los conserva en ella. «Dale su ajo» se dice a diferentes propósitos, que es como darle su recaudo. «Vino puro y ajo crudo hacen andar al mozo agudo»: entiéndese el de la labranza y trabajo. «Ajo crudo y vino puro pasan el puerto seguro». El Comendador Griego, en el libro de sus refranes: «Ajo, ¿por qué no fuiste bueno? Porque no me halló San Martín puesto.» Y del mozo de mulas: tieso como un ajo. «Quien se quema, ajos ha comido», cuando, diciendo una cosa, en general, alguno la toma por sí.

  «Yo le haré morder el ajo» vale «yo le haré rabiar». «Sois un májame un ajo» vale «sois un majadero». «Villano, harto de ajos», para dar a entender la dureza de su condición y grosería. Suspirar por los ajos y cebollas de Egipto es desear volver al vómito de la mala vida pasada. Cerca de los antiguos, el ajo y la cebolla fueron símbolo de la milicia, por cuanto era la principal provisión que llenaban los soldados, y de aquí nació proverbio Apud Suydam: Neque allium, neque fabas esitandas iis, qui tranquillum, sibi vitæ statum proposuere. Entendiendo por el ajo, lo que pertenece a la guerra, y, por las habas, los negocios civiles y administración de justicia.